Época: Hispania republicana
Inicio: Año 237 A. C.
Fin: Año 30 D.C.

Antecedente:
Conquista romana y resistencia indígena



Comentario

El 121 a.C., asesinado el hermano joven de la familia Graco, Cayo, los optimates tomaron el poder e iniciaron una contrarreforma destinada a borrar todos las medidas tomadas por los populares en la última década. La ley agraria del 110 a.C. es un buen testimonio de la supresión de la obra de los Graco, ya que encierra múltiples prescripciones destinadas a liberalizar la trasmisión de la propiedad agraria sin preocuparse por las consecuencias nefastas que tales medidas podían acarrear para las capas populares.
En pocos años, los optimates consiguieron situar al Estado romano en unas condiciones análogas a la época anterior de los Graco: de nuevo el ejército romano se encontraba desmoralizado y sus generales no concluían con éxito ninguna guerra. La corrupción de la administración se generalizó y las capas populares no encontraban salida a sus dificultades económicas. En Campania y en Sicilia se recrudecieron las protestas de los esclavos que alcanzaron proporciones alarmantes por el grado de organización de los que tomaron las armas contra sus dueños. Los propios autores antiguos ejemplificaron esta situación en las vergonzosas campañas militares de Africa contra Yugurta a quien se atribuye aquella famosa frase de que "en Roma, todo era venal" y en las no menos ineficaces operaciones militares contra las incursiones de pueblos bárbaros. A fines del siglo II, el occidente de Europa sufrió las convulsiones provocadas por las invasiones de pueblos bárbaros, cuyos componentes más numerosos estaban constituidos por cimbrios y teutones. Su amenaza exigió el empleo de grandes contingentes de tropas romanas. Rechazados de los pasos de Italia, estaban dispuestos a orientar su emigración hacia Hispania. Ante estos acontecimientos tan peligrosos, la sociedad romana reaccionó con el nombramiento como cónsul para el año 107 de un popular y un excelente general, Mario. Siendo prorrogado en el consulado hasta el año 100, Mario resolvió con éxito la guerra de Yugurta, la destrucción del ejército de cimbrios y teutones así como la amenaza de las revueltas de esclavos.

Sin esas mínimas referencias no se comprende bien que algunas poblaciones de Hispania se hubieran rebelado contra el dominio romano. Contamos con noticias sobre enfrentamientos del ejército romano con celtíberos y lusitanos en diversos momentos de los años 114-93 a.C. La alianza de Roma con las oligarquías locales no proporcionó siempre las soluciones que necesitaban amplias capas de la población, que se veían ahora obligadas además al pago de impuestos y sometidas a la codicia de los publicanos sin que hubieran comenzado a sentir los beneficios de pertenecer a una unidad política superior.

Los primeros años de las revueltas coincidieron con un momento de desorientación y debilidad de la política exterior romana, lo que desvela que los hispanos tenían un gran nivel de información sobre los acontecimientos de otras áreas del Occidente. Ahora bien, terminó imponiéndose el potencial militar de Roma. Las noticias referidas a los celtíberos son elocuentes del grado de represión aplicado por Roma: las cifras sobre la matanza de unos 20.000 celtíberos por el gobernador C. Valerio Flaco, la venta de poblaciones enteras como la realizada con Colenda (en el valle del Duero, sin localizar) en los mercados de esclavos y la represión sobre la ciudad de Termes (despoblado de Tiermes, Soria).

Hace poco se halló un documento excepcional que procede de un poblado cercano al Puente de Alcántara. El texto fragmentado, escrito sobre una plancha de bronce, contiene el pacto de sometimiento de la comunidad indígena, los Seanoq(-), al poder de Roma. Presenta fecha consular del año 104 a.C. y nos ofrece la doble confirmación de que, en esa zona lusitana, se luchaba contra Roma y la de que la única salida para los indígenas fue el sometimiento, la deditio.

No hay constancia de que la administración romana tomara medidas de repartos de tierras destinadas a solventar el origen de estas protestas. La única vía de escapar de la pobreza para muchos lusitanos y celtíberos será la de incorporarse como parte de las tropas auxiliares de las legiones romanas. Pero encontrarán la ilusión de una nueva política apostando por la causa de Sertorio.